Descubriendo la Palabra de sabiduría
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Recuerdo muy bien el primer comercial de leche y cereales cuando era una niña. Estos me convencían muy bien que mi cuerpo necesitaba leche para ser fuerte, feliz y saludables como los niños de la televisión. Aunque a veces la leche me afectaba el estómago, sabía que mis huesos se pondrían fuertes si tomaba leche, queso o mantequilla en mi desayuno.
Cuando estaba sirviendo una misión a través de la iglesia a la que pertenezco adquirí una enfermedad llamada “fatiga crónica”. Quizás suena gracioso pero algunos meses después mi columna fue afectada y tuve que volver a mi casa tres meses antes. Desde entonces comencé a tener las conocidas “fases crónicas” lo que significaba que había semanas de gran cansancio, esos días tenía que hacer reposo absoluto, comer saludable y decirle adiós al estrés.
Lo interesante era que cuanto más descansaba, me sentía más cansada, pero eso sí cuando terminaba la crisis mis fuerzas volvían a la normalidad y yo seguía con mis caminatas, la universidad, el trabajo, los viajes, la iglesia, etc. Por un par de años mi vida fue así con altos y bajos todo el tiempo.
Dos años y medio atrás decidí ser vegetariana por razones personales (no estoy de acuerdo como las grandes industrias tratan a los animales como sus esclavos para ganar dinero), lo hermoso fue que no solo empecé a sentirme bien emocionalmente sino también físicamente. Tenía más energías que nunca y las famosas crisis de fatiga duraban períodos más cortos.
Desde que me volví vegetariana he leído muchos libros, recetas, blogs y empecé a seguir grupos vegetarianos, doctores, científicos y otros en Facebook y Twitter. Ocho meses atrás descubrí un excelente libro, el cual es ahora uno de mis favoritos: “Descubriendo la Palabra de Sabiduría” por la Dra. Jane Birch.
Atesoro con todo mi corazón todo el conocimiento e investigación que ella ha hecho en este proyecto, pareciera como si hubiera sido escrito especialmente para mí. Una de las frases que abrieron mis ojos en cuanto a los productos lácteos es: “La leche es el nutriente vital perfecto creado por la madre animal para su cría. La carne del animal es el tabernáculo físico de increíbles criaturas de Dios. Agregando a esto, ha ordenado y hecho posible para los humanos obtener nutrientes de estas criaturas en tiempos de necesidad. Pero en tiempos normales, podemos fácilmente obtener todos los nutrientes necesarios (y más) de los alimentos de origen vegetal sin tener que matar a los animales o sin necesidad de comer sus huevos o tomar su leche; y ya que estos pueden dañar el cuerpo humano, no existe ninguna razón nutricional para consumirlas. Mejor guardémoslas para tiempos de hambruna”.
Entonces comprendí que realmente mi cuerpo no necesita huevos o leche animal. Sé que son grandes recursos para tiempos de frío y hambruna tal y como está escrito en D & C 89:12-13: “…, y yo el Señor he ordenado para el uso del hombre con acción de gracias; sin embargo deben usarse limitadamente; y esto a mí me complace que no se usen sino en tiempos de frío y de abundante hambre”.
Pero mientras tengamos comida suficiente no necesitamos comer animales ni lácteos. No tomo leche y no uso huevos para preparar mis comidas y me siento de maravillas. Desde hace más de ocho meses no tengo mis famosas “crisis de fatiga crónica”. Estoy segura y doy fe de que realmente los productos lácteos y los huevos son responsables de muchas enfermedades. Me estoy esforzando por seguir lo que creo, y confiar en mi revelación personal y el conocimiento y sabiduría que gano cuando estudio y medito en mi corazón.
Pilar es una escaladora peruana, una escritora FreeLancer, una reciente vegana, y ella está tratando de seguir a su corazón antes que a su mente.
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