Capítulo 1 – Despertando a la Palabra de Sabiduría

Descubriendo la Palabra de sabiduría: Ideas sorprendentes con una perspectiva de alimentos integrales basados en plantas escrito por Jane Birch (Provo, Utah: Despertares puros, 2013).

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Siempre me compadecí de los vegetarianos. Los veganos estaban más allá de la comprensión. Sería bastante horrible dejar de comer carne, pero ¡¿Por qué iba alguien a renunciar a la mantequilla, el queso, o algo peor, al helado?! ¿Vale la pena vivir la vida sin queso feta o Rocky Road (helado de chocolate)? Así que imaginen mi sorpresa cuando el 20 de agosto de 2011, de repente me sentí tan convencida de los peligros que los alimentos de origen animal ocasionan para la salud que yo los dejé por completo, sin pensarlo (ni siquiera un deseo) de comer de nuevo.

Varios meses después, estaba conversando con mi sobrino, Christian Lloyd. Él comenzó a comer una dieta vegetariana en su adolescencia (y sí, él me daba lástima). Él me preguntó: “Antes de que dejó de comer carne, ¿qué pensó de los versículos en la Palabra de Sabiduría?” Sabía exactamente a que versículos se refería:

Sí, también la carne de las bestias y de las aves del cielo, yo, el Señor, he dispuesto para el uso del hombre con acción de gracias; sin embargo, han de usarse limitadamente; Y a mí me complace que no se usen, sino en temporadas de invierno, o de frío, o hambre. (D. y C. 89:12-13)

Era cierto que todas las veces que había leído estos versículos, no habían influenciado la forma que comía. Sin embargo, le dije a mi sobrino “, pensé lo mismo que yo pienso actualmente: estos versículos son claros y sin ambigüedad—¿Por qué nadie habla de ellos?”

Mi anhelo de “correr sin fatigarse”

Siempre he amado la palabra de sabiduría, pero sus promesas se tornaron particularmente importantes para mi en el año 2000 después de experimentar un severo, a veces dolor paralizante en mis piernas.

Oré mucho y fuertemente para encontrar una respuesta. Fui a cada tipo de especialista médico y de medicina alternativa que pude encontrar. Durante los siguientes años, a veces me sentía mejor, pero el dolor nunca se fue. Cómo anhelaba la bendición prometida en la Palabra de Sabiduría que dice “correrán sin fatigarse” y “andarán sin desmayar” (D. y C. 89:20). De hecho, esta frase en particular vino a mi mente una y otra vez durante los largos años de preguntarme si alguna vez caminaría libremente.

Decidí dedicar el verano del 2011 para encontrar una solución al dolor en mis piernas. Terminé visitando muchos especialistas médicos, y el 20 de julio de 2011, por fin tuve mi respuesta. Ese día me enteré de que tengo un problema congénito llamado displasia del desarrollo de la cadera. Me dijeron que, en términos muy inciertos, la única solución era una complicada cirugía de cadera.

No tenía idea de que estaría tan triste de recibir mi respuesta. Yo habría hecho cualquier cosa, aparte de la cirugía, para tratar de corregir el problema. Yo estaba dispuesta a seguir cualquier tipo de dieta, terapia física, meditación o ejercicio (¡Incluso yoga!). No quería creer que ninguna de estas soluciones corregirían mi problema, ni me quería sentir estancada con una respuesta que hacía sentir tan triste. ¡Simplemente no había manera de que iba a tener una cirugía!

Una vez que me dieron el diagnóstico, mi vida revolvía tratando de reconciliar lo que me agobiaba. Mi esfuerzo por encontrar una respuesta ocupaba tanto mi tiempo que no pensaba en otra cosa.

Una respuesta a una pregunta que no hice

Exactamente un mes después de ser diagnosticada, de repente recibí una respuesta a una pregunta que yo no pedí, una que ni siquiera estaba en la pantalla de mi radar. El Sábado, 20 de agosto 2011. Me desperté mucho antes de lo acostumbrado y entré en la sala de estar donde mi buena amiga, Abbie Kim, tenía la televisión encendida y sintonizada en CNN. Si ella no hubiera estado allí esa mañana, yo nunca habría visto el avance de un programa del doctor Sanjay Gupta llamado “El último ataque al corazón.”

Al mirar este avance, me enteré que el doctor Gupta estaba investigando una dieta que fuera “a prueba de ataques al corazón”, cosa que sonó muy extraña para mí. Al principio pensé que estaría desacreditando alguna idea loca porque parecía imposible que una persona podría llegar a ser, literalmente, “a prueba de ataques al corazón”, pero después de ver este programa me di cuenta que el doctor Gupta hablaba en serio. Basándose en sus investigaciones, él afirmaba que hay una dieta que puede prevenir enfermedades del corazón. Para mí esto sonó interesante, no porque yo tuviera algún factor de riesgo de estar enferma del corazón, pero porque había oído que esta enfermedad es la principal asesina en los Estados Unidos, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres sufrirá de enfermedades cardíacas. ¿Y si pudiéramos eliminar las enfermedades cardíacas en los Estados Unidos a través de la dieta? ¿Qué sería eso que nos ahorrara dinero, sufrimiento, y muerte prematura? Esto me llamó la atención. Era muy temprano ese sábado en la mañana, pero ahora estaba completamente despierta.

Después de un gran desayuno que totalmente contradecía el consejo que el doctor Gupta había compartido, me puse a investigar la dieta en Internet, empezando por el médico que apareció en el programa de CNN, el Dr. Caldwell Esselstyn de la Clínica Cleveland. Rápidamente encontré un montón de información sólida y me sorprendió que parecía mucho más atractiva de lo que esperaba. Me impresionó especialmente que (al igual que el avance que CNN sugería) parecía haber evidencia científica y clínica que era específica y fiable, la dieta ofrecía no sólo reducir nuestra posibilidad de contraer enfermedades cardíacas, sino que realmente eliminarlas. Esto me impresionó. No es fácil hacer cambios grandes, y no me sentía muy motivada para hacer dramáticos cambios en mi estilo de vida sabiendo que sólo iba a reducir las probabilidades de tener problemas; se sentía como un juego de azar. Por otro lado, eliminar mi posibilidad de contraer una enfermedad, especialmente la principal causa de muerte en Estados Unidos era algo que me motivaba.

Al Igual aprendí que la dieta recomendada es más que “a prueba de ataques al corazón.” Estaba impresionada de aprender que al comer una dieta “a prueba de ataques al corazón,” podría drásticamente reducir o (en muchos casos) eliminar la probabilidad de tener que lidiar con otros problemas crónicos que son común en nuestra sociedad:

Artritis (AS, gota, psoriasis, reumatoide) Diabetes Hipertensión
Arteriosclerosis (enfermedad del corazón, enfermedad de la arteria carótida, derrames) Diverticulitis Enfermedades renales
Asma Disfunción eréctil Cálculos renales
Cáncer (colon, mama, útero, ovario, riñón, próstata) Calculos biliares Esclerosis múltiple
Cataratas y degeneración macular Gastritis Obesidad
Colitis (de Crohn) Pérdida de audición Osteoporosis
Estreñimiento Hemorroides Enfermedad de Parkinson
Demencia (Disfunción cognitiva de Alzheimer) Hernia de hiato Venas varicosas

Hasta este punto en mi vida, no había pensado mucho acerca de estar enferma de alguna condición crónica. Asumí que todos nosotros íbamos a tener una o más de estas enfermedades durante nuestras vidas, especialmente al envejecer. No había pasado mucho tiempo preocupándome acerca de estas enfermedades porque parecía inevitable el tener mala salud. Pensé que “cruzaría ese puente” al llegar a ese punto. Pero ahora la idea de vivir mi vida con oportunidad de reducir drásticamente la contracción de estas enfermedades sonaba muy bien. Empecé a considerar qué tipo de cambio de estilo de vida no valdría la pena el tener estos resultados. Empecé si el tener una buena salud valía la pena para mí. Pensé en un hombre muy prominente, extremadamente rico en nuestra comunidad que sufría de diabetes y enfermedades al corazón. Con todo el dinero y el poder que tenía, él no fue capaz de salvar a sus piernas de la amputación, o entonces hasta su propia vida, a pesar de que sufría de enfermedades crónicas que podrían haberse evitado a través de la dieta. Tenía apenas 64 años de edad.

Por supuesto yo estaba interesada en saber exactamente que incluía y excluía esta dieta. Aprendí que la dieta se llamaba “alimentos integrales basados en plantas” (AIBP). “Alimentos integrales” consiste en evitar casi todos o todos los alimentos procesados (incluyendo aceites refinados). “basados en plantas” consiste en comidas basadas en plantas en vez de animales (incluyendo carne, lácteos y huevos). Lo que incluye son cuatro grupo de alimentos: verduras, frutas, legumbres (frijoles, arvejas y lentejas), y alimentos integrales. En otras palabras, plantas enteras, empacadas como Dios (o la naturaleza) las diseñó.

La evidencia que respalda como esta dieta conduce a los resultados que afirma fue sorprendente para mí, al darme cuenta que hay una relación directa entre la forma en que comemos y que tan bien funcionan nuestros cuerpos. La comida es, obviamente, el contacto más íntimo que tenemos con nuestro entorno; consumimos varias libras de comida día tras día. ¿Cómo la comida no podría tener un impacto dramático en nuestra salud?

Me enteré de que el doctor Caldwell Esselstyn trabajó con pacientes con severas enfermedades cardiovasculares, el 100% de las cuales eran capaces de detener o incluso revertir su progreso al seguir esta dieta. Desde su trabajo inicial, que ha funcionado con cientos de pacientes, todos con los mismos resultados. Del mismo modo, las personas que siguen esta misma dieta (ya sea bajo el cuidado de un médico o por su cuenta) han exitosa y constantemente detenido o revertido la progresión de otras enfermedades crónicas relacionadas con la alimentación.

La evidencia combinada en esta línea de pensamiento, incluso de mi breve estudio en esa mañana del sábado, tuvo un efecto impredecible en mí. Dentro de un período relativamente corto de tiempo (menos de un par de horas después de ver el comercial de televisión en CNN), llegué a la sorprendente conclusión de que, basada en mi evaluación de las pruebas, tenía que cambiar mi forma de alimentación. Ese mismo día durante mi almuerzo comencé a seguir la dieta AIBP. ¿Cual fue mi primera comida? Maíz en su mazorca sin mantequilla. Estaba delicioso, incluso sin la grasa adicional. Me llené de alegría. ¡Había comenzado con el pie derecho!

Aprendiendo a vivir con una nueva dieta

En medio de mi entusiasmo por el descubrimiento de nuevas verdades, me tomó un poco de tiempo darme cuenta el efecto radical tendría este cambio de alimentación en mi vida. Lo que yo no había considerado era mi inexistentes habilidades culinarias. Si yo ni siquiera sabía cómo cocinar comida “normal”, ¡¿cómo podría cocinar estas cosas extrañas?! Siendo soltera y sin tener que cocinar para una familia se había hecho fácil para mí (como lo es para la mayoría de los estadounidenses) consumir alimentos que estaban a mi alcance, fácilmente disponibles. Las pocas comidas que hacía que eran fáciles y rápidas, tenían un buen sabor porque nuestra cultura culinaria moderna hace que esto sea muy simple.

Todo esto cambió dramáticamente con mi nueva dieta. Poco a poco me di cuenta de que si seguía esta dieta, mi consumo de alimentos de aquí en adelante sería enteramente mi propia responsabilidad. Antes de esto, confieso que de vez en cuando me aprovechaba de almas caritativas que estaban más que dispuestas a darme de comer. Pero nadie sabía cocinar de esta manera, y por supuesto ¡No tenía muchos restaurantes AIBP en el Condado de Utah! Ahora, me tenía que preparar casi todo lo que comía, y no podía confiar en los atajos fáciles que nuestra sociedad ha creado para hacer que la creación de comidas fuera un proceso sin desafíos. Sin los alimentos refinados, azúcares y grasas de mi antigua dieta, encontrar la manera de hacer que “alimentos integrales” tuvieran un buen sabor se convirtió en un gran reto para mí. Afortunadamente, me sentía tan comprometida en dar mi mejor esfuerzo, que incluso los días en los que tenia que comer comida no tan deliciosa no hicieron que renunciara.

Durante las siguientes semanas después de este cambio, me di cuenta que NO estaba disfrutando de mi nueva dieta. Las personas que habían estado comiendo de esta manera por mucho tiempo me dijeron que mis papilas gustativas cambiarían. Traté de imaginar que podría aprender a cocinar. Traté de no pensar que mi comida tendría este sabor durante el resto de mi vida y en su lugar me concentré en que el tiempo pasara mientras descifraba que hacer.

A través de la lectura de foros en el internet, llegué a conocer algunas de las muchas personas que comen de esta manera. Descubrí que realmente disfrutaban de su comida y estaban experimentando la pérdida de peso prometida y aumento de energía y buena salud. Al leer sus historias, no podía dudar de la sinceridad de sus palabras. Sus gustos alimenticios habían cambiado. Era obvio que disfrutaban sus nuevos alimentos con la misma alegría que yo siempre había sentido al comer. Esto sin la extra grasa, azúcar y alimentos procesados​​, sentían que podían (por primera vez) realmente disfrutar de los sutiles y deliciosos sabores de alimentos integrales. También apreciaban una dieta en la que no tenían que contar calorías o dejar de comer antes de sentirse llenos. Con esta dieta, tu puedes comer todo lo que quieras (hasta la saciar el hambre), nunca pasarás hambre, y aún así perderás el exceso de peso.

Rápidamente encontré cientos de recetas basadas en esta dieta. Intenté muchas. Todos ellas fracasaron. Mientras que otros amaban la comida, yo no la disfrutaba. Estaba comiendo para mantenerme con vida, pero no para el disfrutarla o sentir placer al comerla. Yo me sentía muy bien después de cada comida, nunca agobiada o pesada. Tenía la energía, y me sentía fuerte y saludable. Estaba perdiendo peso. Pero yo me sentía desanimada. Estaba comprometida a la dieta, yo quería que fuera fácil, y no lo era.

La evidencia crece y aumenta mi entusiasmo

Durante las próximas semanas, continué estudiando mi nueva dieta. El primer libro que leí fue El estudio de China por T. Colin Campbell.[1] En este tour de force sobre nutrición y dieta, Campbell presenta no sólo el “el estudio de nutrición más completo realizado hasta el momento”, sino también los resultados de otros cientos de estudios científicos populares, todos con la misma convincente conclusión: los indudables beneficios de un alimentación integral basada en plantas. No alcancé a terminar ni el primer capítulo y ya estaba convencida.

Mientras más investigaba, estaba más impresionaba. Este sentimiento era inusual para mí. Todos hemos escuchado acerca de curas “milagrosas”, nutrientes , y súper alimentos. He sentido la tentación de creer en algunos argumentos, pero siempre los he tomado con un grano de sal, sabiendo que muchos de estos llamados milagros no son mas que placebos y no están respaldados por sólidos estudios científicos. Otros funcionan para algunos, pero no para todos. La mayoría se contradicen entre sí y hacen que los temas de salud y nutrición sean confusos y desalentadores.

Todos hemos oído hablar de las personas que son excesivamente apasionadas por éste o aquel suplemento o súper alimento: bayas de açai, pasto de trigo, aceite de coco prensado en frío, probióticos, aceite de krill, CoQ10, etc. Nos bombardean regularmente con noticias acerca de nutrientes mágicos que afectan nuestra salud, y estoy segura de que todos tienen sus méritos, pero la dieta AIBP parecía ser muy diferente. Me llamó la atención que era transparente y sin ambigüedades. No era un truco publicitario; me pareció verdad en el aspecto histórico, científico y sentido común; nadie me pedía nada a cambio por seguir esta dieta; y no podía dejar de notar que resonó con verdades que ya eran parte importante de lo que soy: las verdades que se encuentran en la Palabra de Sabiduría.

Las cosas comenzaron a verse más claras una vez que me di cuenta, de que a medida que usara los principios de esta dieta como base, toda la información nutricional empezó a tener sentido . De hecho, el aprendizaje de estos principios me ayudaron a entender mejor todas las propuestas y dar sentido a la aparente confusión. Estaba empezando a ver el bosque a través de los árboles. ¡Era emocionante!

Como todo nuevo conversa, que quería compartir lo que estaba aprendiendo con los demás. Yo sabía que había descubierto tesoros, tesoros escondidos “ocultos” a la vista. Tenía ganas de que los demás sepan que hay joyas tendidas alrededor de nosotros, lo suficiente para que todo el mundo pueda recoger por docenas. Pero estos tesoros son mucho más valiosos que los diamantes y las perlas porque prometen “salud en el ombligo y médula en los huesos. . . sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos”(D. y C. 89:19).

En mi entusiasmo, comencé una campaña para ayudar a amigos, familiares y compañeros de trabajo a aprender acerca de la dieta de alimentos integrales basados en plantas. Quería que ellos entendieran los principios básicos antes de que ellos o alguien que amaban experimentasen alguna enfermedad crónica. Tenía la esperanza de que experimentarían un poco de la alegría que sentía a medida que mi comprensión de la dieta y la nutrición se expandía rápidamente. Compartí mi entusiasmo con todo el que quisiera escucharlo.

Algo cambia

En cuanto a mí, en algún lugar entre la semana siete y ocho de repente me di cuenta de que estaba ¡disfrutando de mi comida! No estoy segura si era mi paladar que había cambiado o si mi cocina estaba mejorando. Es posible que simplemente había pasado tanto tiempo desde que había tenido lasaña o el cheesecake que olvidé como sabía la “buena” comida. No importa. Empecé disfrutando de tres comidas grandes al día. Ansiaba poder comer, comía con ganas y me sentía totalmente satisfecha después de cada comida. Tenía un muchos alimentos integrales basados en plantas, cuando sentía la necesidad. No contaba carbohidratos o calorías. ¡Me sentía fantástica!

Cuando empecé la dieta, aparte de la condición congénita de cadera, yo no tenía ningún otro problema de salud importante, pero yo esperaba bajar de peso. Después de la secundaria había ganado gradualmente 20 kilos de peso innecesario (grasa, no músculo). En 2005, empecé a reducir las calorías para evitar seguir engordando, y comencé a perder peso muy lentamente. Durante los próximos seis años (entre 2005 y el momento en que empecé esta dieta en 2011), había perdido 9 kilos. Después de iniciar esta dieta, he perdido 7 kilos en 12 semanas y 11 kilos en siete meses (pasando de un índice de masa corporal de 24 a 20). ¡Todo sin pasar hambre!

Por supuesto, muchos otros han comenzado esta dieta con más sobrepeso y con serias, e incluso con enfermedades crónicas. Las historias de como su enfermedades se revirtieron de manera espectacular, incluso en unos pocos meses, son reveladoras e inspiradoras. Mi historia es mucho menos dramática. Tuve mi prueba de colesterol después de tres meses. Mi nivel de colesterol total y los niveles de LDL (originalmente 199 y 137) habían disminuido un 32%. Mi colesterol total estaba ahora en 130 y está en el rango “ideal” (<150), un rango que es común en las poblaciones donde la enfermedad de corazón (y cáncer) es casi inexistente. Cuando me revisaron mis arterias carótidas en 2012, me dijeron que se veían como las de alguien la mitad de mi edad. Todos los pequeños problemas de salud también habían desaparecido: una de las glándulas de la saliva que había estado bloqueada por 10 años, molestosos ojos secos, extrema picazón en algunas partes de mi cuerpo, calambres en las piernas por la noche, y el estreñimiento ocasional. Desde que cambié mi dieta, me siento muy bien, disfruto un montón de energía, y finalmente estoy durmiendo bien.

Así es como lo veo: Disfruté bastante carne y comida chatarra durante la primera mitad de mi vida. Ahora, en mi segunda mitad de mi vida puedo disfrutar de diferentes alimentos y una mejor salud. Después de todo, ¿ Cuánto vale mi salud? ¿Y a qué he renunciado realmente? Yo como mucha comida deliciosa, que me encanta. Este tipo de comida menos costosa y me va a ahorrar dinero en mi salud en el futuro. Además, tengo la oportunidad de compartir algo precioso con los demás, y tal vez algún día voy a tener el privilegio de hacer la diferencia en la salud de otra persona. He perdido poco y ganado mucho.

He pensado mucho en el por qué hice un cambio tan radical aquel día de agosto. Esta dieta no era una respuesta a una pregunta que tenía. Yo no había experimentado ningún factor de riesgo de alguna enfermedad grave. En ese momento me sentía sana, y yo estaba comiendo con cuidado como (o más cuidado que) la mayoría de la gente. Dios respondió una oración que no hice. Pero cuando me enteré de que por el simple hecho de comer de manera diferente podría prevenir la mayoría de las enfermedades crónicas, tan comunes en nuestra sociedad, rápidamente decidí que ninguna cantidad de sacrificio en mi dieta era demasiado dramática. Yo sólo había soportado más de una década de dolor; yo sabía lo que me había costado en dinero, tiempo, preocupación, aislamiento social, discapacidad y angustia. Yo sé que no podemos evitar todo el sufrimiento en esta vida-que no forma parte del plan de Dios, pero Dios me había dado una respuesta que prometía una mejor salud en forma dramática, no había manera de que iba a ignorarlo.

Lo que no me esperaba cuando tomé esa decisión fue descubrir que todo lo que ahora yo estaba aprendiendo sobre buena salud y nutrición ya estaba contenido en un documento que era muy familiar para mí—Sección 89 de Doctrina y Convenios, la Palabra de Sabiduría.


 

El principal objetivo en este libro es explorar cómo una dieta de alimentos integrales a base de plantas nos ayuda a comprender mejor el consejo dado en D. y C. 89. Al hacer esto, voy a presentar los hechos científicos que parecen claros y no controversiales para mi (aunque se que son controversiales para los demás). Pero también necesito explicar que este libro no intentará presentar un argumento científico que apoya una dieta de alimentos integrales a base de plantas. Esto se ha hecho muy bien en otros lados. Existen sustanciales trabajos de investigación, publicados en revistas revisadas por pares, que apoya casi todas las afirmaciones científicas en este libro. En mi estudio personal, voy a menudo a los artículos de investigación originales para verificar las afirmaciones de los expertos que he leído. Pero debido a que este cuerpo de literatura es tan grande y mi principal objetivo no es establecer los argumentos científicos, en este libro suelo citar la investigación secundaria de alimentos integrales a bases de plantas en lugar de la literatura revisada por pares. Los lectores interesados ​​pueden localizar fácilmente una cantidad sustancial de investigación primaria a través de las muchas citas en los libros a los que hago referencia. Animo a los lectores a hacer de este un tema serio de investigación, si es que están interesados (véase el Apéndice Siete, especialmente El Estudio de China).

 

Nota

[1] El Estudio de China: El Estudio de Nutricion Mas Completo Realizado Hasta el Momento; Efectos Asombrosos En La Dieta, La Perdida de Peso y La Salud a Largo Plazo de T. Colin Campbell Ph.D. y  Thomas M. Campbell II.

 

Texto traducido por Romina Uceda (Octubre, 2014)

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